30.9.09

***
- Ian tú no... aquí nadie nos diferencia como debería. Ni tú, ni Jamie, ni Jeb. - La verdad surgió como una ráfaga, más apasionada de lo que yo habría querido -. No puede quererme a mí. Si me tuvieras en la mano sentirías asco. Me arrojarías al suelo y me aplastarías de un pisotón.
Su frente pálida se arrugó al juntarse las negras cejas.
- Yo... no lo haría si supiera que eres tú.
Me reí sin ganas.
- ¿Y cómo lo sabrías si no puedes distinguirnos?
Torció la boca hacia abajo.
- Es sólo el cuerpo - repetí.
- Eso no es verdad en absoluto - me contradijo -. No es el rostro, sino sus expresiones. No es la voz, sino lo que dices. No es cómo te sienta ese cuerpo, sino las cosas que haces con él. Eres tú la que es hermosa.

0 comentarios: